martes, enero 01, 2008

Tercer encuentro: las mujeres Zapatistas con las mujeres del mundo (escuchar transmisión en vivo akí)

(día tres)

“Es difícil expresar como se siente un hombre en un encuentro de mujeres” nos relata un compañero “He sentido que estaba en el lugar equivocado, en el momento más inoportuno. Mientras atravesaba el pasillo del auditorio para entregarle una cámara a mi compañera, sentí el peso de las miradas sobre mi espalda, nunca fueron agresivas, pero ahí estaban…tantas miradas fueron suficientes para que deseara salir corriendo de ahí lo antes posible. Enseguida se me vino a la cabeza, aunque no sea comparable, la idea de cómo se siente una mujer cuando entra a un bar lleno de hombres, o cuando caminan por las calles y las miradas incisivas no se despegan ellas”. El auditorio del que nos habla está repleto de mujeres y se escuchan las ponencias de las compañeras, que se suceden para completar un mosaico de experiencias vividas a través de sus diferentes edades, situaciones y municipios. Sólo en las últimas filas algunos varones han ocupado puestos entre los bancos. Una compañera, con las siglas EZLN en el pasamontañas, los levanta explicándoles que sólo las mujeres tienen permitido entrar en el auditorio, que los hombres pueden escuchar las palabras de las compañeras desde la parte exterior. Sin oponerse, ya sea por convicción o por no atreverse a romper la norma, los hombres uno a uno se retiran de las bancas, dejando sólo presencia femenina en la sala. Conforme fue transcurriendo el tiempo, esta norma dejo de ser tan rígida. Sin embargo, es una imagen que refleja muy bien el corazón de esta reunión de las mujeres zapatistas con las mujeres del mundo.
Entrando al caracol de La Garrucha un cartel anuncia: “Los hombres solo pueden participar en; hacer comida, barrer, limpiar las letrinas y el caracol, cuidar a l@s niñ@s y traer leña”. Esta vuelta de tortilla a los roles de género tan arraigados globalmente, es un desafío que las compañeras zapatistas proponen a l@s asistentes que se acercaron. De esta manera se ha creado un espacio en el que las mujeres están obligadas a hablar y los hombres a escuchar.
Esta práctica, lejos de ser discriminatoria, es más bien un aprendizaje de género que cuestiona la cotidianidad machista, lo que supone un enorme esfuerzo para ambos sexos, puesto que golpea de lleno en aquello que parece más difícil transformar: los roles con los que hemos ido creciendo; el enemigo interno que tantas trabas pone a la hora de romper con la dominación más antigua de la humanidad: el patriarcado. Así, las mujeres han luchado duro por tratar de ganar espacios públicos y decidirse a hablar ante los ojos de un auditorio lleno, llevar ellas la voz cantante en los medios, en la organización, en la moderación o en las actividades culturales. “Tras estas palabras que se leen tan fácil hay todo un río de lágrimas” decía una compañera. Lágrimas de esfuerzo de mujeres campesinas triplemente explotadas (por ser mujeres, por ser pobres, por ser indígenas) que se han transformado en una victoria, la victoria del avanzar en el camino hacia el empoderamiento. Los hombres han tenido que hacerse con las tareas normalmente invisibilizadas, para comprobar la dificultad que acarrean y para aprender de la humildad de estar callados, saber escuchar y aguantarse las ganas de visibilizarse a través de la palabra, lo que supone en definitiva, ceder por una vez, el espacio público, apoyando en silencio desde las cocinas. De esta forma las mujeres zapatistas llevan de la mano a los hombres en lo que ellos se retrasan, y los hombres van de la mano a su vez con sus compañeras ayudándolas, llegando al punto en el que se puede hablar con hechos que la horizontalidad y la equidad son posibles, el mejor ejemplo fue este tercer encuentro dedicado a las mujeres. Ahora nos queda la tarea de compartir en nuestros lugares de procedencia lo que escuchamos y dialogamos en estas tierras libres, es decir en Tierra Zapatista
Por todo esto, el encuentro ha sido un gran paso para las mujeres zapatistas, que en estos días han podido encontrarse con ellas mismas, con sus dolores, sus lágrimas, sus historias y sus esperanzas de cambio, pudiendo compartir así lo que las une con el resto de mujeres del mundo, la opresión del patriarcado. Sin embargo el camino que deberán recorrer las compañeras zapatistas, junto con sus compañeros, hacia una igualdad de género, se presenta como largo y costoso, así lo podemos ver en el mismo letrero donde se lee las tareas de los hombres, el mismo que también anuncia que éstas se mantienen los días 29, 30 y 31 de diciembre, para volver a la normalidad el 1 de enero…
Quizás esa normalidad machista sí vuelva de regreso a las comunidad o a las ciudades, pero este encuentro no dejará a nadie indiferente, una semillita de cambio se ha sembrado en los corazones fértiles de rebeldía de los hombres y mujeres que aquí estuvimos, a quienes también nos falta un largo camino por recorrer, el de la deconstrucción, una travesía que hay que hacer conjuntamente aunque en muchas ocasiones, como en el caso de este encuentro de mujeres, dando pasos separados.